martes, 17 de junio de 2008

ABONANDO TERNURA

Abonando ternura . . .
A Cecy

Es usted en mi vida un encanto adorable,
reconozco y respeto su divino poder,
que deseo decirle, más bien dicho gritarle,
que si Dios no existiese, mi Dios sería usted.

Pero a cambio resulta ser la santa y más bella
persona, que conduce a mi vida con amor,
que si fuese un poeta le cantase poemas
que calasen muy hondo en su fiel corazón.

No me cabe la duda que le llevo en el alma
como virgen bendita que me da devoción,
y rendido a sus plantas le declaro que tengo
un altar muy divino decorado de amor.

Y con cintos azules que reflejan pureza,
este altar simboliza mi sagrada ilusión
que al correr de los años es más esplendoroso
y más lleno de gracia... de placer... y de honor.

Que es preciso decirle que mi amor es inmenso,
que es un amor tan noble, sin prejuicios, sin llantos,
que es un amor muy grande, muy fragante y muy tierno
que nomás se mitiga en la red de sus brazos.

No sé cómo pagarle su bondad y su encanto,
la paciencia y la dicha que me entregan sus labios.
Que si un día pudiese regalarle un lucero
lo bajase del cielo con estrellas y santos.

Con sus manos divinas cubriría mi rostro,
me vería en sus ojos colorcitos de miel,
me abrigaría en su vientre como un niño gozoso
rejugando en mis sueños con un blanco corcel.

Al final de esta historia sólo resta decirle,
que a su lado yo tengo lo que no imaginé:
un remanso de calma, de pureza y de encanto,
que si Dios no existiese, mi Dios sería usted.

¡Para usted es mi amor tan profundo y hermoso...!